UNA CELEBRIDAD EN EL OLVIDO
Manuel de Lacunza y Díaz
Alfred- Félix Vaucher
Universidad Adventista de Chile, Chile,
2013, 488 pp.
La
Universidad Adventista de Chile publicó la versión española de la obra
de Alfred-Félix Vaucher sobre el clásico de Manuel Lacunza, La venida del Mesías en gloria y majestad, en ocasión del X Simposio Bíblico Teológico Sudamericano (14-18 de agosto de 2013).
de Alfred-Félix Vaucher sobre el clásico de Manuel Lacunza, La venida del Mesías en gloria y majestad, en ocasión del X Simposio Bíblico Teológico Sudamericano (14-18 de agosto de 2013).
Su
autor, el teólogo adventista Alfred-Félix Vaucher (1887-1993), conocido
estudioso del jesuita chileno Manuel de Lacunza y Díaz (1731-1801), publicó
la primera edición de su libro original en francés en 1941 (224 págs.). En 1943
se hizo una reimpresión y se le insertó un suplemento (pp. 225- 256). La segunda
edición, también en francés, salió a la luz en 1968 (216 pp.). Habrían de
pasar más de siete décadas para que este importante trabajo se pusiera al
alcance del público hispanohablante. Vaucher, nacido en el Piamonte italiano,
fue redactor, escritor, profesor de teología (1920 1941) y decano
(1945-1951) en Collonges-sous-Salève, Francia. La Universidad Andrews de
Michigan, Estados Unidos, le otorgó el título de Doctor Honoris
Causa en 1963.
Como
se sabe, el rey Carlos III, expulsó a los jesuitas de los territorios españoles
en 1767, razón por la cual Lacunza se trasladó definitivamente a Ímola, cerca de
Bolonia, Italia. Allí escribió La venida del Mesías en gloria y
majestad, bajo el seudónimo
de Juan Josafat Ben Ezra. Por medio de su libro, Lacunza deseaba
estimular el estudio de la Biblia entre los sacerdotes y la fe de los laicos,
lo mismo que presentar al Mesías a los lectores judíos. Utilizaría
para ello el
estudio de la Biblia, la reflexión y la oración.
Vaucher
divide su libro Una celebridad en
el olvido: Manuel de Lacunza y Díaz en dos secciones: el hombre (1-17) y la obra (19-319),
además del prólogo, el prefacio y la
conclusión.
Los
tres capítulos de la primera sección ofrecen una
breve crónica de Lacunza, su nacimiento en Santiago de Chile (1731) de
padres españoles,
su ingreso al colegio de los jesuitas San Francisco Javier (1741) y a la
Compañía de Jesús (1747), su ordenación al sacerdocio (1755) y su afición por
la teología, la geometría, la astronomía y la poesía. Viene luego
su exilio en Ímola, Italia, y su dedicación a la meditación y al estudio de las Escrituras, en particular de las profecías apocalípticas. Al final, Vaucher se detiene en La venida del Mesías en gloria y majestad, escrita entre 1785. Lacunza, reconocido como erudito y hombre de oración, fue apreciado por su coraje moral, celo religioso, humildad y afabilidad.
su exilio en Ímola, Italia, y su dedicación a la meditación y al estudio de las Escrituras, en particular de las profecías apocalípticas. Al final, Vaucher se detiene en La venida del Mesías en gloria y majestad, escrita entre 1785. Lacunza, reconocido como erudito y hombre de oración, fue apreciado por su coraje moral, celo religioso, humildad y afabilidad.
Los
seis capítulos de la segunda sección están dedicados a la obra de Lacunza,
sus ediciones españolas, traducciones, extractos y análisis, contenido,
originalidad y
fortuna. El texto original en español circuló en Italia, España y América aún antes
de su terminación. La oposición eclesiástica determinó que todas las
ediciones fueran póstumas. Se conocen nueve ediciones
hechas en España (1811-1812, ambas en Cadiz), en Inglaterra (1816, 1826), en México (1821, 1822, 1825) y en Francia (1825). La edición de Manuel Belgrano (1770-1820), publicada en Londres en 1816 en cuatro tomos, fue enviada a América del Sur. Existen traducciones al inglés (Edward Irving), al italiano y al latín. En Europa y América también circularon fragmentos y resúmenes del libro.
hechas en España (1811-1812, ambas en Cadiz), en Inglaterra (1816, 1826), en México (1821, 1822, 1825) y en Francia (1825). La edición de Manuel Belgrano (1770-1820), publicada en Londres en 1816 en cuatro tomos, fue enviada a América del Sur. Existen traducciones al inglés (Edward Irving), al italiano y al latín. En Europa y América también circularon fragmentos y resúmenes del libro.
A
la fortuna de la obra de Lacunza se dedica el inmenso capítulo final del
libro de Vaucher (pp. 131-319). Se dice que el libro de Lacunza produjo,
como pocos, mucha
curiosidad, admiración y oposición (p. 131). Influyó en el movimiento de
Edward Irving y fue saludado con interés durante las conferencias
proféticas de Albury Park (1826-1830). La relación de La venida
del Mesías en gloria y majestad con el adventismo es discutida. William Miller (1782-1849) no lo leyó, pero algunos pioneros como Josiah Litch (1809- 1886), Elena G. de White (1827-1915) y Ludwig Richard Conradi (1856- 1939) lo citan. Casi ignorado en Alemania y Suiza, Lacunza fue celebrado en España y en América. En Argentina lo leyeron -entre otros- personalidades
como Manuel Belgrano, Francisco Hermógenes Ramos Mejía (1773-1828), Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), y el pastor bautista Paul Henri Besson (1848-1932). Es, naturalmente, muy recordado en Chile. La Congregación del Índice, sin embargo, puso a Lacunza en el Índex y el Tribunal del Santo Oficio ordenó retirarlo.
del Mesías en gloria y majestad con el adventismo es discutida. William Miller (1782-1849) no lo leyó, pero algunos pioneros como Josiah Litch (1809- 1886), Elena G. de White (1827-1915) y Ludwig Richard Conradi (1856- 1939) lo citan. Casi ignorado en Alemania y Suiza, Lacunza fue celebrado en España y en América. En Argentina lo leyeron -entre otros- personalidades
como Manuel Belgrano, Francisco Hermógenes Ramos Mejía (1773-1828), Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), y el pastor bautista Paul Henri Besson (1848-1932). Es, naturalmente, muy recordado en Chile. La Congregación del Índice, sin embargo, puso a Lacunza en el Índex y el Tribunal del Santo Oficio ordenó retirarlo.
Vaucher
destaca, en suma, la calidad literaria de la obra de Lacunza y explica
su olvido por la antipatía prevaleciente hacia el milenarismo. El autor
considera que Lacunza se equivoca en tomar las profecías condicionales
sobre Israel como
un absoluto, tanto como al interpretar los cuatro reinos de Daniel. Entiende
que su principal mérito es haberle dado relevancia a la doctrina bíblica
sobre la segunda venida de Cristo.
Queda
claro, no obstante, que cualquier investigador de la escatología de
Manuel Lacunza deberá leer este libro, al igual que todo estudioso de las
profecías bíblicas
referidas a la parusía y al reino eterno de Cristo.
Dr. Daniel PlencDocente Universidad Adventista del Plata
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